La psicoterapia del siglo XXI

psicoterapia siglo XXI

Las heridas respiran. Cuando son visibles, se puede acudir a ellas e intentar sanarlas pero, cuando no se ven, a veces se solapan, forman capas, se entrelazan unas con otras y hasta se quedan «congeladas» en distintas partes del cerebro obligando al individuo detrás del órgano a convivir con ellas. Vivir con una herida es lo que, en psicología -y en la vida de muchas personas-, se conoce como síndrome de estrés postraumático. De su sanación se ocupa desde finales de los 80 una psicoterapia que se aleja por completo del psicoanálisis y también de las terapias que aspiran a cambiar las conductas. Se llama EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) y hace unas semanas celebró en Barcelona sus 25 años de existencia en un congreso que trajo a sus mayores exponentes desde distintos lugares del mundo.

Los primeros en notar sus bondades fueron veteranos de la guerra de Vietnam. La psicóloga Francine Shapiro comenzó a trabajar con ellos en 1987 después de notar los efectos de los movimientos de los ojos en el reprocesamiento cerebral en sí misma. Estaba dando un paseo cuando se percató de que algunos recuerdos dolorosos ya no regresaban con potencia malsana a su cabeza. Se dio cuenta de que, cuando el pensamiento negativo se avecinaba, ella movía rápidamente los ojos en una dirección concreta y esto desplazaba esa memoria adversa de la conciencia. Así que empezó a repetir el gesto de forma deliberada y a estudiar el proceso en personas traumatizadas, bien por una guerra o por un abuso sexual en la infancia, a través de la estimulación ocular, aunque también funciona la estimulación auditiva. Las personas no sólo mejoraron sino que, además, lo hicieron rápido, en pocas sesiones.

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